En la mañana del 28 de febrero de 1997, Los Ángeles presenció uno de los sucesos más desgarradores y transformadores en la historia moderna de las fuerzas del orden. Larry Phillips Jr. y Emil Mătăsăreanu, tras una meticulosa planificación y preparación durante meses, irrumpieron en la sucursal del Bank of America ubicada en el 6600 de Laurel Canyon Boulevard, en North Hollywood. Lo que siguió fue un tiroteo de 44 minutos que cambiaría para siempre las tácticas, el equipo y el entrenamiento de la policía.
Phillips y Mătăsăreanu no eran unos ladrones de banco cualquiera. Entraron al banco armados con un alijo de rifles, incluyendo armas automáticas modificadas ilegalmente, y con chalecos antibalas caseros, preparándose eficazmente para un largo tiroteo con la policía.
Los oficiales superados en armamento
En ese momento, la mayoría de los agentes de policía estaban equipados con pistolas Special de 9 mm o .38, y algunos portaban escopetas de calibre 12. Estas armas resultaron ser lamentablemente ineficaces. Además, los agentes se vieron superados no solo en potencia de fuego, sino también en alcance, ya que sus pistolas y escopetas eran insuficientes para enfrentamientos a larga distancia. Aproximadamente entre 10 y 15 minutos después del tiroteo, se escuchó a un agente en la frecuencia policial del Departamento de Policía de Los Ángeles advertir a los demás que no detuvieran el vehículo de escape porque «tienen armas automáticas, no hay nada que podamos detenerlos».
El uso de armas automáticas y el blindaje pesado por parte de los ladrones dejó a la policía acorralada, incapaz de contrarrestar eficazmente la amenaza. En un intento desesperado, varios agentes se apoderaron de rifles tipo AR-15 de una armería cercana para tener una oportunidad de defenderse de los asaltantes.
El punto de inflexión
Mientras el tiroteo continuaba, unidades del SWAT de Los Ángeles, armadas con rifles AR-15, llegaron al lugar. A pesar de su entrenamiento y equipo avanzados, los agentes del SWAT se enfrentaron a un desafío formidable. El chaleco antibalas de Phillips y Mătăsăreanu cubría todas sus partes vitales excepto la cabeza, y una placa de acero en el chaleco antibalas de Mătăsăreanu incluso lo protegía de los disparos de 5,56 x 45 mm de los rifles de los operadores del SWAT.
Finalmente, Phillips falleció a causa de una herida de bala autoinfligida, seguida de múltiples disparos por parte de los agentes que acudieron al lugar. Tras esto, la policía lo esposaron y lo inmovilizaron . Mătăsăreanu falleció por una pérdida excesiva de sangre tras recibir 29 disparos en sus piernas desprotegidas. Afortunadamente, solo los pistoleros murieron.
Las secuelas y su impacto
El tiroteo de North Hollywood expuso vulnerabilidades críticas en la preparación y el equipo policial. Antes del tiroteo, solo las unidades especializadas del SWAT solían estar armadas con armas semiautomáticas como los AR-15. El encuentro demostró que todos los agentes necesitaban acceso a armas de fuego más potentes para responder eficazmente a situaciones de alta intensidad.
Tras el tiroteo, los departamentos de policía de todo el país revisaron sus políticas de armamento. Muchos departamentos comenzaron a equipar a todos sus agentes con rifles AR-15, lo que les permitió responder adecuadamente ante amenazas similares. Además, los chalecos antibalas se convirtieron en equipamiento estándar para los agentes, lo que mejoró su protección durante los enfrentamientos.
Hoy en día, los avances en chalecos antibalas policiales son significativos. Departamentos de policía de todo el país utilizan chalecos como los de BulletSafe , que ofrecen una protección superior a la disponible en la década de 1990. Estos modernos chalecos están fabricados con una mezcla de polietileno de ultraalto peso molecular y fibras de aramida, lo que proporciona una protección duradera y eficaz que supera con creces la protección casera que usan Phillips y Mătăsăreanu.
El legado del tiroteo
El tiroteo de North Hollywood es un duro recordatorio de los peligros que enfrentan los agentes del orden y de la necesidad de mejorar continuamente su equipo y entrenamiento. Impulsó una reevaluación nacional de la preparación policial, lo que condujo a mejoras significativas que, sin duda, han salvado vidas en los años posteriores.
Este momento crucial en la historia de las fuerzas del orden subraya la importancia de estar preparados para lo inesperado. Las lecciones aprendidas ese día siguen moldeando las estrategias policiales y garantizan que los agentes estén mejor preparados para protegerse a sí mismos y a las comunidades a las que sirven.
3 comentarios
Philip Shirley
Warren Ferguson
Too many officers were hit. They were outgunned that day. Fortunately, many police departments changed their firearm rules, and allowed officers to carry AR-15 rifles in their squad cars.
Carl Reynolds
Good afternoon,the innocent bystander is the priority to prevent them from being a crime victim, inevitable conceal carry.